lunes, 25 de abril de 2016

El cultivo masivo de palma y soja para producir biocombustible contamina más que la gasolina o el diésel

No es suficiente con cambiar el combustible que utilizamos. La degradación del planeta viene dado por la forma de producción y las lógicas de consumo capitalista. En un mundo finito es imposible un crecimiento infinito, la solución vendrá desde paradigmas ecosociales y municipalistas.

El cultivo industrial de palma y soja emite más CO2 a la atmósfera que el consumo de combustibles fósiles como el diésel o la gasolina. Y no un poco: la producción de palma para obtener biocombustible contamina casi tres veces más. La soja el doble que sus equivalentes de origen petrolífero.  
La causa principal de esta cantidad de emisiones es la transformación de los suelos para plantar estos dos cultivos. En especial el drenaje de humedales en Indonesia y Malasia. Y la oxidación de esos terrenos después de que se conviertan en plantaciones, según el  último estudio de Comisión Europea sobre los biocombustibles realizado para reorientar la política comunitaria sobre esta materia.
La estrategia de la Unión Europea contra el cambio climático señalaba que, cada país, tenía que llegar a que el 10% de la energía utilizada en el transporte fuera de origen renovable para 2020. Los biocombustibles contaban para hacer esos cálculos.
Así que la demanda europea se enfocó hacia el biodiésel que se obtiene a partir de los cultivos de palma, girasol, colza o soja. Esta política ha causado la conversión de ocho millones de hectáreas de terreno en explotaciones de este tipo. Solo la expansión de las plantaciones de palma para satisfacer este mercado ha convertido 2,1 millones de hectáreas en el sudeste asiático "la mitad de ellas a expensas de humedales y bosque tropical", explicaba el documento de la Comisión.
Los agrocombustibles son carburantes de origen biológico pensados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de los motores. Pero no todos son iguales. El rango abarca desde los que se producen a base de alimentos (como la colza, el girasol, la palma o la soja) hasta los más avanzados que utilizan chopos, sauces, pastos perennes y residuos forestales. La diferencia clave es que estos últimos son cultivos que no se cosechan todos los años. Son explotaciones mucho menos agresivas con el suelo que los soporta.
Un análisis comparativo de las emisiones de CO2 de todos estos combustibles realizado por la organización Transport & Enviroment con los datos de la CE muestra que la apuesta por el biodiesel de palma, soja, girasol y colza multiplica por 1,8 los niveles de contaminación respecto a los combustibles fósiles debido a las emisiones en su fabricación.
Los peores resultados los da el combustible de palma. Su utilización supone en torno a un 250% más de emisiones que las de los derivados del petróleo (implica el lanzamiento 241 gramos de CO2 por megajulio de energía generada frente a 94 del gasoil tradicional).
Casi tres cuartas partes de ese CO2 corresponden a la utilización del suelo, no al uso en lo motores. Es decir, el proceso de producción de los cultivos contamina mucho más que los coches que emplean ese producto.

15,4 millones de toneladas al año

En el otro lado, las nuevas generaciones de agrocombustibles –de cultivos no anuales– ahorran un 15% respecto a los hidrocarburos. Sin embargo, según T&E, "actualmente están marginados por la política de apoyo a los biodiesel tradicionales" (los de soja o palma).
Los productos de biodiesel suponen, aproximadamente, el 75% del consumo interno de agrocombustibles de la Unión Europea que en 2014 fueron 15,4 millones de toneladas. Las ayudas públicas para el biodiesel en la UE, mediante subsidios a los precios, a las importaciones o exenciones fiscales, han osciladoentre los 4.600 a 5.500 millones de euros al año.
Los autores de la comparativa aseguran que esta línea de actuación ha provocado que "en lugar de reducir las emisiones de CO2 del transporte, va aumentarlas  un 4% para 2020, como si hubieran circulado 12 millones más de coches ". Según su análisis si no se deja de apoyar a los combustibles a partir de soja o palma, las variedades más efectivas para el medio ambiente no podrán abrirse camino.
http://www.eldiario.es/sociedad/cultivo-producir-biocombustible-contamina-gasolina_0_508149939.html

jueves, 7 de abril de 2016

CONÓCENOS!!

Madre Olma es una Asociación EcoSocial que trabaja en San Fernando de Henares y Coslada con el objetivo de promover aspectos como:

-Los grupos de consumo pedagógicos

-La moneda social ( para incentivar la economía circular y la prosperidad de nuestro municipio)

-Los bancos del tiempo( como medida contra la precariedad )

-La lucha por la defensa de nuestro entorno natural

-La aplicación e implantación de energías limpias

-La construcción de Huertos Urbanos

....y  otras muchas luchas e iniciativas sociales que son para todas y de todos!


Estamos todos los Miércoles de 19:45 a 21:00 en la planta baja del Centro de Participación Marcelino Camacho,junto a la Plaza del Santo(San Fernando de Henares) ; conócenos!

sábado, 2 de abril de 2016

La economía de Rojava

El futuro que nos muestra la ecología social tiene su ejemplo en Rojava.

Cooperativa de costura en Derik (fotografía de Janet Biehl)
Juan Jesús Duque Romero
El pasado 17 de marzo, delegados de los tres cantones que componen Rojava (Afrin, Kobane y Cizire) y de otras zonas liberadas del Estado Islámico declararon su voluntad de organizarse bajo un sistema federal. Rojava no es (ni quiere ser) un Estado-nación, sino una zona autónoma del norte de Siria en la que conviven diferentes etnias y religiones. En esta zona no es un Gobierno representativo el que toma las decisiones, sino que estas parten desde la asamblea de una calle o de un pequeño pueblo. Esta experiencia democrática radical, denominada por Abdullah Öcalan como ‘confederalismo democrático’, lleva en marcha desde hace casi cuatro años y se conoce bastante sobre sus logros políticos, pero no se sabe tanto sobre la economía que la sustenta. En el presente artículo intento aclarar un poco la cuestión, teniendo en cuenta lo cambiante que es un contexto de guerra y la escasa información disponible, gran parte de la cual la he obtenido de las traducciones que ofrece la plataforma Rojava Azadí.
La población de Rojava está en torno a cuatro millones y medio de habitantes y la moneda que emplean es la libra siria. La zona que ocupa no tenía apenas industria y se encargaba básicamente de producir materias primas agrícolas que eran procesadas en la franja oeste de Siria y de abastecer de petróleo a las refinerías también situadas al oeste del país, pues esto formaba parte de la política de diseminación y empobrecimiento de la población kurda llevada a cabo por el régimen de Bashar al-Ásad. Por tanto, se trata de una economía predominantemente agrícola que cuenta con importantes recursos naturales, el más destacable con diferencia es el petróleo. Con la autonomía que empezaron a lograr desde 2012 todo esto cambió, pero hay que tener en cuenta que es una economía de guerra, donde la mayoría del dinero que obtiene el autogobierno va destinado a la defensa, y que además está sujeta a un embargo comercial. A pesar de todo esto, y de que la ayuda internacional que reciben es extremadamente escasa, es muy interesante el sistema económico que han desarrollado.
La clave de la economía reside en la descentralización, todo se organiza localmente. Los tres cantones de Rojava tienen cientos de comunas, organizaciones políticas locales de unas decenas de personas sobre las que se diseña la economía. De hecho, la organización y estructura de las cooperativas (que representan el modelo productivo de Rojava), va ligada a la de las comunas, que, aunque descentralizadas, cooperan entre sí. Además, la propiedad de la tierra es en su mayor parte comunal, lo que en un primer momento no fue muy difícil de lograr por el caos que generó la guerra.
Rojava trata de lograr la autosuficiencia, lo que ahora ha logrado involuntariamente por el embargo impuesto por Turquía, que les impide comerciar con el exterior. Además, como ya he dicho, se encuentran bajo una economía de guerra donde en torno al 70% del presupuesto del autogobierno se emplea en defensa, presupuesto que se saca de la venta local de derivados del petróleo, de los fondos comunales y de los contados intercambios comerciales en los cruces fronterizos. Pero en un futuro pretenden conseguir otro tipo de autosuficiencia abierta a inversiones extranjeras que lleve prosperidad a los cantones, pudiendo construir nuevas refinerías de petróleo, su propia planta energética, fábricas, e incluso un aeropuerto. Ahora tienen al menos dos anticuadas refinerías, consiguen la electricidad de generadores diésel y la industria es muy escasa. Precisamente por eso están abiertos a aquella inversión extranjera que acepte las condiciones del autogobierno.
La poca industria que hay cumple una serie de criterios ecológicos (la ecología es un pilar fundamental en Rojava), lo que es fácil de lograr por el pequeño tamaño de esta. Obviamente, las rudimentarias refinerías que tienen, que refinan diésel de mala calidad, serían una excepción que pretenden corregir cuando dispongan de los fondos necesarios. En Rojava se rechaza la agricultura y la ganadería intensiva, manteniéndose todo en el ámbito local con técnicas respetuosas con el medio ambiente. El cantón más rico es Cizire, que comparte frontera con Iraq, representando la principal fuente económica de Rojava. Cizire tiene un suelo fértil, rico el trigo y cebada, pero sobre todo tiene las principales reservas de petróleo. El cantón del medio, Kobane, está centrando su economía en la reconstrucción de su principal ciudad y de los pueblos subyacentes, totalmente devastados por la guerra. El Consejo Agrícola de Kobane recientemente redistribuyó más de diez mil hectáreas entre campesinos pobres para su cultivo. Afrin, el tercer cantón, aislado al noroeste de Siria, basa su economía en el trigo y el olivo, además de tener pequeñas fábricas de todo tipo (jabón, aceite, material de construcción, zapatos, etc.). A pesar de la pobreza y del embargo comercial turco, especialmente grave en este cantón por su aislamiento con respecto a los otros dos, el hecho de no compartir frente con el Estado Islámico ha aliviado bastante su situación (aunque tiene luchas y alianzas puntuales con otros grupos armados).
La denominada como ‘economía comunitaria’ es una economía cooperativa al servicio de la sociedad, habiendo cooperativas de todo tipo: las principales son las agrarias, pero también hay cooperativas ganaderas, de servicios, de sindicatos e industriales. Existen también pequeñas y medianas empresas privadas, pues hay sector privado e iniciativa empresarial, pero bajo la filosofía de “propiedad privada al servicio de todos”. Esto significa que, aunque algunas empresas privadas son totalmente independientes, la mayoría de ellas tienen acuerdos con el autogobierno, cooperando con él en objetivos que benefician a la población local.
Por tanto, el principal modelo económico es la cooperativa, administrada por los propios trabajadores organizados en comunas. Se han establecido capitales máximos dependiendo del tamaño de las cooperativas y solo se puede ser miembro de la dirección de una cooperativa. Los beneficios de las cooperativas (si es que hay, pues los productos finales, si no se consumen, se venden a precios muy baratos) se dividen más o menos de la siguiente forma: en torno a la mitad se reparte entre las personas que tienen participaciones (se pueden adquirir participaciones con trabajo, con capital o con ambos, siendo el trabajo el que otorga mayores ganancias en el reparto de los beneficios), entre el 10 y el 30% se mantiene para incrementar los fondos propios de la cooperativa y el resto se deposita en el fondo de la comuna para las necesidades sociales. Pero, aparte de los beneficios, los miembros de la comuna reciben un sueldo mensual por su trabajo (que no tiene por qué ser un salario fijo, puede depender de las necesidades de cada uno) o son recompensados en bienes primarios, depende de la situación de cada comuna. Es fundamental la coordinación de las distintas cooperativas de los distintos cantones, sobre todo a la hora de producir bienes como productos de hierro y partes de automóviles. En línea con todas las demás políticas de Rojava, no hay ninguna diferenciación de sexos a la hora de trabajar y administrar las cooperativas, la mujer está presente de forma activa en todos los ámbitos de la sociedad.
Actualmente en Rojava no se pagan impuestos, pues no hay una administración económica central que los cobre y los distribuya, no se trata de una economía planificada como las de los socialismos reales, ni de un Estado del bienestar occidental. El “contrato social” de Rojava sí que recoge el sistema sanitario, el educativo y la vivienda digna como coberturas sociales, coberturas sufragadas con los fondos comunales y otros ingresos locales. La sanidad y la educación irán mejorando con el tiempo, pero ya cuentan con escuelas e institutos, con una universidad en Qamishli (laAcademia Mesopotámica de Ciencias Sociales), además de otras academias que irán tomando la forma de universidades, y con hospitales cantonales (en los que se paga o no en relación con la situación de cada uno) y privados. En lo que respecta a la vivienda digna, el ministro de economía y comercio del cantón de Afrin en 2014, Ahmad Yousef,dijo que “puesto que [Afrin] es un área segura, el alquiler es caro; sin embargo hemos empezado a preparar la construcción de cooperativas que garanticen el derecho a la vivienda para todos”. Este objetivo estará siendo más complicado de lograr debido a que Rojava es el principal destino de desplazados internos, pues allí acuden los que huyen del régimen y de los yihadistas, y muchos deciden quedarse.
 
El autogobierno impone controles de precios sobre los alimentos básicos, las medicinas y el diésel, y distribuye el pan de forma gratuita entre las familias. El crédito para formar nuevas cooperativas lo proporcionan las comunas que las crean con el dinero del que disponen, pero sobre todo con el trabajo de sus miembros. El cobro de intereses, la especulación y la renta del capital financiero están prohibidos. Lo cierto es que la destrucción de la masa productiva que ha generado la guerra y el empleo de técnicas de producción bastantes rudimentarias hacen que la reducida oferta monetaria de la que disponen no suponga un problema todavía. Dicho problema lo tendrán que enfrentar cuando logren un crecimiento económico mínimamente considerable (crecimiento que se dará simplemente con la construcción de nuevas infraestructuras), puesto que la moneda que emplean la emite el Banco Central de Siria, controlado por el Gobierno de Bashar al-Ásad. De hecho ya están empezando a hablar de crear su propio banco central para controlar la emisión de papel moneda y el crédito, además de para generar confianza en futuros inversores.
Se puede concluir que la economía de Rojava, aunque actualmente sea poco más que una economía de subsistencia, es una economía local, ecológica y feminista cuyo modelo productivo supone una alternativa al modelo capitalista neoliberal. Será el paso del tiempo el que, con el fin de la guerra civil siria, nos muestre la evolución de esta sociedad una vez estabilizada en un contexto de paz. Lo que está claro es que esta pequeña región de Oriente Próximo tiene muchas lecciones que darnos, ya no solo políticas, sino también económicas.

Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/blogs/aitor-jimenez-y-pedro-jose-mariblanca/la-economia-rojava.html