lunes, 25 de abril de 2016

El cultivo masivo de palma y soja para producir biocombustible contamina más que la gasolina o el diésel

No es suficiente con cambiar el combustible que utilizamos. La degradación del planeta viene dado por la forma de producción y las lógicas de consumo capitalista. En un mundo finito es imposible un crecimiento infinito, la solución vendrá desde paradigmas ecosociales y municipalistas.

El cultivo industrial de palma y soja emite más CO2 a la atmósfera que el consumo de combustibles fósiles como el diésel o la gasolina. Y no un poco: la producción de palma para obtener biocombustible contamina casi tres veces más. La soja el doble que sus equivalentes de origen petrolífero.  
La causa principal de esta cantidad de emisiones es la transformación de los suelos para plantar estos dos cultivos. En especial el drenaje de humedales en Indonesia y Malasia. Y la oxidación de esos terrenos después de que se conviertan en plantaciones, según el  último estudio de Comisión Europea sobre los biocombustibles realizado para reorientar la política comunitaria sobre esta materia.
La estrategia de la Unión Europea contra el cambio climático señalaba que, cada país, tenía que llegar a que el 10% de la energía utilizada en el transporte fuera de origen renovable para 2020. Los biocombustibles contaban para hacer esos cálculos.
Así que la demanda europea se enfocó hacia el biodiésel que se obtiene a partir de los cultivos de palma, girasol, colza o soja. Esta política ha causado la conversión de ocho millones de hectáreas de terreno en explotaciones de este tipo. Solo la expansión de las plantaciones de palma para satisfacer este mercado ha convertido 2,1 millones de hectáreas en el sudeste asiático "la mitad de ellas a expensas de humedales y bosque tropical", explicaba el documento de la Comisión.
Los agrocombustibles son carburantes de origen biológico pensados para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de los motores. Pero no todos son iguales. El rango abarca desde los que se producen a base de alimentos (como la colza, el girasol, la palma o la soja) hasta los más avanzados que utilizan chopos, sauces, pastos perennes y residuos forestales. La diferencia clave es que estos últimos son cultivos que no se cosechan todos los años. Son explotaciones mucho menos agresivas con el suelo que los soporta.
Un análisis comparativo de las emisiones de CO2 de todos estos combustibles realizado por la organización Transport & Enviroment con los datos de la CE muestra que la apuesta por el biodiesel de palma, soja, girasol y colza multiplica por 1,8 los niveles de contaminación respecto a los combustibles fósiles debido a las emisiones en su fabricación.
Los peores resultados los da el combustible de palma. Su utilización supone en torno a un 250% más de emisiones que las de los derivados del petróleo (implica el lanzamiento 241 gramos de CO2 por megajulio de energía generada frente a 94 del gasoil tradicional).
Casi tres cuartas partes de ese CO2 corresponden a la utilización del suelo, no al uso en lo motores. Es decir, el proceso de producción de los cultivos contamina mucho más que los coches que emplean ese producto.

15,4 millones de toneladas al año

En el otro lado, las nuevas generaciones de agrocombustibles –de cultivos no anuales– ahorran un 15% respecto a los hidrocarburos. Sin embargo, según T&E, "actualmente están marginados por la política de apoyo a los biodiesel tradicionales" (los de soja o palma).
Los productos de biodiesel suponen, aproximadamente, el 75% del consumo interno de agrocombustibles de la Unión Europea que en 2014 fueron 15,4 millones de toneladas. Las ayudas públicas para el biodiesel en la UE, mediante subsidios a los precios, a las importaciones o exenciones fiscales, han osciladoentre los 4.600 a 5.500 millones de euros al año.
Los autores de la comparativa aseguran que esta línea de actuación ha provocado que "en lugar de reducir las emisiones de CO2 del transporte, va aumentarlas  un 4% para 2020, como si hubieran circulado 12 millones más de coches ". Según su análisis si no se deja de apoyar a los combustibles a partir de soja o palma, las variedades más efectivas para el medio ambiente no podrán abrirse camino.
http://www.eldiario.es/sociedad/cultivo-producir-biocombustible-contamina-gasolina_0_508149939.html

jueves, 7 de abril de 2016

CONÓCENOS!!

Madre Olma es una Asociación EcoSocial que trabaja en San Fernando de Henares y Coslada con el objetivo de promover aspectos como:

-Los grupos de consumo pedagógicos

-La moneda social ( para incentivar la economía circular y la prosperidad de nuestro municipio)

-Los bancos del tiempo( como medida contra la precariedad )

-La lucha por la defensa de nuestro entorno natural

-La aplicación e implantación de energías limpias

-La construcción de Huertos Urbanos

....y  otras muchas luchas e iniciativas sociales que son para todas y de todos!


Estamos todos los Miércoles de 19:45 a 21:00 en la planta baja del Centro de Participación Marcelino Camacho,junto a la Plaza del Santo(San Fernando de Henares) ; conócenos!

sábado, 2 de abril de 2016

La economía de Rojava

El futuro que nos muestra la ecología social tiene su ejemplo en Rojava.

Cooperativa de costura en Derik (fotografía de Janet Biehl)
Juan Jesús Duque Romero
El pasado 17 de marzo, delegados de los tres cantones que componen Rojava (Afrin, Kobane y Cizire) y de otras zonas liberadas del Estado Islámico declararon su voluntad de organizarse bajo un sistema federal. Rojava no es (ni quiere ser) un Estado-nación, sino una zona autónoma del norte de Siria en la que conviven diferentes etnias y religiones. En esta zona no es un Gobierno representativo el que toma las decisiones, sino que estas parten desde la asamblea de una calle o de un pequeño pueblo. Esta experiencia democrática radical, denominada por Abdullah Öcalan como ‘confederalismo democrático’, lleva en marcha desde hace casi cuatro años y se conoce bastante sobre sus logros políticos, pero no se sabe tanto sobre la economía que la sustenta. En el presente artículo intento aclarar un poco la cuestión, teniendo en cuenta lo cambiante que es un contexto de guerra y la escasa información disponible, gran parte de la cual la he obtenido de las traducciones que ofrece la plataforma Rojava Azadí.
La población de Rojava está en torno a cuatro millones y medio de habitantes y la moneda que emplean es la libra siria. La zona que ocupa no tenía apenas industria y se encargaba básicamente de producir materias primas agrícolas que eran procesadas en la franja oeste de Siria y de abastecer de petróleo a las refinerías también situadas al oeste del país, pues esto formaba parte de la política de diseminación y empobrecimiento de la población kurda llevada a cabo por el régimen de Bashar al-Ásad. Por tanto, se trata de una economía predominantemente agrícola que cuenta con importantes recursos naturales, el más destacable con diferencia es el petróleo. Con la autonomía que empezaron a lograr desde 2012 todo esto cambió, pero hay que tener en cuenta que es una economía de guerra, donde la mayoría del dinero que obtiene el autogobierno va destinado a la defensa, y que además está sujeta a un embargo comercial. A pesar de todo esto, y de que la ayuda internacional que reciben es extremadamente escasa, es muy interesante el sistema económico que han desarrollado.
La clave de la economía reside en la descentralización, todo se organiza localmente. Los tres cantones de Rojava tienen cientos de comunas, organizaciones políticas locales de unas decenas de personas sobre las que se diseña la economía. De hecho, la organización y estructura de las cooperativas (que representan el modelo productivo de Rojava), va ligada a la de las comunas, que, aunque descentralizadas, cooperan entre sí. Además, la propiedad de la tierra es en su mayor parte comunal, lo que en un primer momento no fue muy difícil de lograr por el caos que generó la guerra.
Rojava trata de lograr la autosuficiencia, lo que ahora ha logrado involuntariamente por el embargo impuesto por Turquía, que les impide comerciar con el exterior. Además, como ya he dicho, se encuentran bajo una economía de guerra donde en torno al 70% del presupuesto del autogobierno se emplea en defensa, presupuesto que se saca de la venta local de derivados del petróleo, de los fondos comunales y de los contados intercambios comerciales en los cruces fronterizos. Pero en un futuro pretenden conseguir otro tipo de autosuficiencia abierta a inversiones extranjeras que lleve prosperidad a los cantones, pudiendo construir nuevas refinerías de petróleo, su propia planta energética, fábricas, e incluso un aeropuerto. Ahora tienen al menos dos anticuadas refinerías, consiguen la electricidad de generadores diésel y la industria es muy escasa. Precisamente por eso están abiertos a aquella inversión extranjera que acepte las condiciones del autogobierno.
La poca industria que hay cumple una serie de criterios ecológicos (la ecología es un pilar fundamental en Rojava), lo que es fácil de lograr por el pequeño tamaño de esta. Obviamente, las rudimentarias refinerías que tienen, que refinan diésel de mala calidad, serían una excepción que pretenden corregir cuando dispongan de los fondos necesarios. En Rojava se rechaza la agricultura y la ganadería intensiva, manteniéndose todo en el ámbito local con técnicas respetuosas con el medio ambiente. El cantón más rico es Cizire, que comparte frontera con Iraq, representando la principal fuente económica de Rojava. Cizire tiene un suelo fértil, rico el trigo y cebada, pero sobre todo tiene las principales reservas de petróleo. El cantón del medio, Kobane, está centrando su economía en la reconstrucción de su principal ciudad y de los pueblos subyacentes, totalmente devastados por la guerra. El Consejo Agrícola de Kobane recientemente redistribuyó más de diez mil hectáreas entre campesinos pobres para su cultivo. Afrin, el tercer cantón, aislado al noroeste de Siria, basa su economía en el trigo y el olivo, además de tener pequeñas fábricas de todo tipo (jabón, aceite, material de construcción, zapatos, etc.). A pesar de la pobreza y del embargo comercial turco, especialmente grave en este cantón por su aislamiento con respecto a los otros dos, el hecho de no compartir frente con el Estado Islámico ha aliviado bastante su situación (aunque tiene luchas y alianzas puntuales con otros grupos armados).
La denominada como ‘economía comunitaria’ es una economía cooperativa al servicio de la sociedad, habiendo cooperativas de todo tipo: las principales son las agrarias, pero también hay cooperativas ganaderas, de servicios, de sindicatos e industriales. Existen también pequeñas y medianas empresas privadas, pues hay sector privado e iniciativa empresarial, pero bajo la filosofía de “propiedad privada al servicio de todos”. Esto significa que, aunque algunas empresas privadas son totalmente independientes, la mayoría de ellas tienen acuerdos con el autogobierno, cooperando con él en objetivos que benefician a la población local.
Por tanto, el principal modelo económico es la cooperativa, administrada por los propios trabajadores organizados en comunas. Se han establecido capitales máximos dependiendo del tamaño de las cooperativas y solo se puede ser miembro de la dirección de una cooperativa. Los beneficios de las cooperativas (si es que hay, pues los productos finales, si no se consumen, se venden a precios muy baratos) se dividen más o menos de la siguiente forma: en torno a la mitad se reparte entre las personas que tienen participaciones (se pueden adquirir participaciones con trabajo, con capital o con ambos, siendo el trabajo el que otorga mayores ganancias en el reparto de los beneficios), entre el 10 y el 30% se mantiene para incrementar los fondos propios de la cooperativa y el resto se deposita en el fondo de la comuna para las necesidades sociales. Pero, aparte de los beneficios, los miembros de la comuna reciben un sueldo mensual por su trabajo (que no tiene por qué ser un salario fijo, puede depender de las necesidades de cada uno) o son recompensados en bienes primarios, depende de la situación de cada comuna. Es fundamental la coordinación de las distintas cooperativas de los distintos cantones, sobre todo a la hora de producir bienes como productos de hierro y partes de automóviles. En línea con todas las demás políticas de Rojava, no hay ninguna diferenciación de sexos a la hora de trabajar y administrar las cooperativas, la mujer está presente de forma activa en todos los ámbitos de la sociedad.
Actualmente en Rojava no se pagan impuestos, pues no hay una administración económica central que los cobre y los distribuya, no se trata de una economía planificada como las de los socialismos reales, ni de un Estado del bienestar occidental. El “contrato social” de Rojava sí que recoge el sistema sanitario, el educativo y la vivienda digna como coberturas sociales, coberturas sufragadas con los fondos comunales y otros ingresos locales. La sanidad y la educación irán mejorando con el tiempo, pero ya cuentan con escuelas e institutos, con una universidad en Qamishli (laAcademia Mesopotámica de Ciencias Sociales), además de otras academias que irán tomando la forma de universidades, y con hospitales cantonales (en los que se paga o no en relación con la situación de cada uno) y privados. En lo que respecta a la vivienda digna, el ministro de economía y comercio del cantón de Afrin en 2014, Ahmad Yousef,dijo que “puesto que [Afrin] es un área segura, el alquiler es caro; sin embargo hemos empezado a preparar la construcción de cooperativas que garanticen el derecho a la vivienda para todos”. Este objetivo estará siendo más complicado de lograr debido a que Rojava es el principal destino de desplazados internos, pues allí acuden los que huyen del régimen y de los yihadistas, y muchos deciden quedarse.
 
El autogobierno impone controles de precios sobre los alimentos básicos, las medicinas y el diésel, y distribuye el pan de forma gratuita entre las familias. El crédito para formar nuevas cooperativas lo proporcionan las comunas que las crean con el dinero del que disponen, pero sobre todo con el trabajo de sus miembros. El cobro de intereses, la especulación y la renta del capital financiero están prohibidos. Lo cierto es que la destrucción de la masa productiva que ha generado la guerra y el empleo de técnicas de producción bastantes rudimentarias hacen que la reducida oferta monetaria de la que disponen no suponga un problema todavía. Dicho problema lo tendrán que enfrentar cuando logren un crecimiento económico mínimamente considerable (crecimiento que se dará simplemente con la construcción de nuevas infraestructuras), puesto que la moneda que emplean la emite el Banco Central de Siria, controlado por el Gobierno de Bashar al-Ásad. De hecho ya están empezando a hablar de crear su propio banco central para controlar la emisión de papel moneda y el crédito, además de para generar confianza en futuros inversores.
Se puede concluir que la economía de Rojava, aunque actualmente sea poco más que una economía de subsistencia, es una economía local, ecológica y feminista cuyo modelo productivo supone una alternativa al modelo capitalista neoliberal. Será el paso del tiempo el que, con el fin de la guerra civil siria, nos muestre la evolución de esta sociedad una vez estabilizada en un contexto de paz. Lo que está claro es que esta pequeña región de Oriente Próximo tiene muchas lecciones que darnos, ya no solo políticas, sino también económicas.

Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/blogs/aitor-jimenez-y-pedro-jose-mariblanca/la-economia-rojava.html

martes, 29 de marzo de 2016

¿COMO ARTICULAR EL CONFEDERALISMO DEMOCRÁTICO EN EL ESTADO ESPAÑOL?

Compartimos el siguiente material:

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De los pies a la cabeza para prevenir gigantes con pies de barro
Nuestra historia pasada junto con la más reciente, nos invita a analizar y a teorizar sobre formas económicas, sociales y de organización política alejadas de las actuales.
Lo ocurrido en la Unión Soviética, las diferentes revoluciones marxistas en Sudamérica, la trayectoria política y estratégica de los partidos comunistas occidentales y no occidentales, junto con el fracaso de fórmulas mixtas como Syriza, nos sitúa en un contexto perfecto para articular alternativas al capitalismo desde otras ópticas.
Estas alternativas, deben partir a mi entender desde estructuras cercanas y de firme carácter asambleario; estas estructuras deben ser municipales y muncipalistas, es decir, deben entender la acción política desde parámetros locales y comarcales, enfocando la acción política en la coyuntura global.
Son varias las referencias tanto estatales como internacionales que nos ofrecen muletas en las que apoyarnos en cuanto a modelos político-organizativos post-capitalistas; por ejemplo, a nivel estatal podemos hablar de la gestión colectiva de terrenos ( dehesas boyales) o del concejo abierto. Ahora bien, si abrimos el mapa y miramos al horizonte internacional, encontraríamos referentes como los caracoles zapatistas o el confederalismo democrático kurdo, es este último concepto que bebe de la ecología social la alternativa que sintetiza todo lo anterior como significante, y que se encuentra abierto como significado a seguir creciendo cualitativamente; me explico, el confederalismo democrático es un concepto permeable que se nutre de las ideas libertarias y decrecentistas ,siendo capaz de cohabitar el mismo, con movimientos post-petróleo como el de transición ,al igual, que con corrientes marxistas no autoritarias que rompen con conceptos como el del “partido único”o el de el “estado orgánico”.
Es bastante importante mencionar que el confederalismo democrático no rehúsa de las estructuras organizativas, si no que lo que pretende por el contrario, es la democratización de las mismas rompiendo con la burocratización y verticalidad que nos imponen los Estados-Nación actuales.
Posibilidades del Confederalismo Democrático en el Estado Español; teoría y práctica
Obvio es que de la teoría a la practica hay un gran trecho, y este trecho de lo teórico a lo práctico, es en lo que más han fallado las alternativas no capitalistas contrarias al marxismo autoritario. Por ello, en estas líneas intentaré esbozar de manera sencilla y muy sintética, en que consistiría la aplicación de la propuesta ecosocial que representa el confederalismo democrático para los pueblos del Estado español.
Lo positivo y singular del confederalismo democrático es que no es una receta genérica que no tenga en cuenta la idiosincrasia de los pueblos, si no que por el contrario, es una alternativa política, social y económica que se puede aplicar desde diferentes escenarios, escenarios, que se pueden complementar si se dan las circunstancias oportunas .
Uno de los ejemplos prácticos es el siguiente (teniendo en cuenta siempre que dicho escenario depende de la coyuntura del momento, siendo esta alternativa un medio para conseguir un fin, que nunca, un fin en si mismo):
En municipios de no más de 100.000 habitantes, podríamos plantear el abordaje de las estructuras municipales con plataformas políticas locales, plataformas, que han de ser totalmente independientes de los partidos políticos estatales; esta estrategia, tendría por objetivo difundir fuera del “guetto” la causa ecosocial, además, de trabajar por la democratización (en la medida de lo posible) de las instituciones locales, promoviendo la autoorganización popular y el asociacionismo autogestionado e independiente de partidos políticos, todo ello, mediante la creación de Centros Sociales de Participación Ciudadana gestionados de manera mixta por personal municipal y colectivos vecinales.
Cierto es, que esta fórmula puede ser cuestionada legítimamente, pero no por ello, debemos dejar de estudiar todas las vías para construir una alternativa real al capitalismo y a las estructuras verticales político-organizativas. Decir también, que no podemos olvidar que el municipio existe antes de la creación del Estado-Nación moderno, y que fue en sus plazas y calles, donde se gestaron revoluciones sociales como la de los Comuneros de Castilla o la de los artesanos de Lieja.
Otros ejemplos prácticos para la construcción de la filosofía confederal-democrática pueden ser los siguientes:
La creación de asociaciones vecinales de carácter crítico que se inserten en las estructuras municipales, los huertos urbanos de gestión colectiva, los centros sociales autogestionados, las plataformas civiles en favor de los derechos sociales, sin olvidar, el trabajo y la labor que llevan a cabo sindicatos y proyectos políticos rupturistas a nivel estatal( Apoyo Mutuo, CGT,CNT…)
En fin, esto no es más que un pequeño boceto de lo que puede ser un bonito cuadro que pintemos desde abajo entre todas y para todos.
“La mayor virtud de un agente de cambio reside en la paciencia y el tesón”

Fuente: https://elrincondemartinico.wordpress.com/2016/03/28/como-articular-el-confederalismo-democratico-en-el-estado-espanol/

lunes, 21 de marzo de 2016

LA MUNICIPALIZACIÓN DE LA ECONOMÍA




Publicado el 01 de abril 2015 por Janet Biehl en Ecology or Catastrophe
Traducción de NewRozEuskal

Janet Biehl

A medida que continúa la revolución de Rojava, la naturaleza de su economía ha sido muy discutida. Como he escrito anteriormente, Rojava aspira a una economía social basada en el sistema de cooperativas. En las últimas semanas, varias personas me han preguntado por las ideas de Murray Bookchin sobre la economía: ¿cuáles son los aspectos económicos del municipalismo libertario? He creado un resumen de su pensamiento, sobre la base de los recursos enumerados al final de este artículo. -Janet Biehl
En una economía capitalista, los medios de producción, la industria, al igual que la tierra, las materias primas y los productos elaborados, en resumen, la riqueza financiera se concentra en manos privadas. La alternativa a ésta es una economía social, en el que la propiedad de los bienes, en todo o en parte, se desplace a la sociedad en su conjunto. La intención es crear una sociedad alternativa, que ponga la vida económica directamente en manos de los hombres y las mujeres que están vitalmente involucrados en dicho sistema social. Dicho sistema alternativo sería uno que tiene el deseo y la capacidad de reducir o eliminar los beneficios de una élite social y que construye unas instituciones en favor de los valores humanos. Como señaló Murray Bookchin, una economía social puede tomar varias formas.
COOPERATIVAS
Las cooperativas son empresas a pequeña escala que son de propiedad colectiva y operadas por la colectividad. Pueden constituirse como cooperativas de productores o pueden constituirse como empresas autogestionadas que a su vez están colectivizadas. Tal estructura es defendida por los anarcosindicalistas. Sus estructuras internas de reparto favorecen la participación de la sociedad en general.
En la década de 1970, muchos radicales americanos formaron cooperativas, las cuales esperaban constituir una alternativa a las grandes corporaciones y en última instancia a reemplazarlas. Bookchin dio la bienvenida a este desarrollo, pero a medida que la década avanzaba, se dio cuenta de que cada vez más esas unidades económicas, antes radicales, fueron absorbidas por la economía capitalista. Mientras que las estructuras internas de las cooperativas se mantuvieron admirablemente, pensó que en el mercado pasarían a convertirse simplemente en otro tipo de pequeña empresa con sus propios intereses particulares, compitiendo con otras empresas, incluso con otras cooperativas.
De hecho, desde hace dos siglos, las cooperativas han sido a menudo obligadas a ajustarse a los dictados del mercado, independientemente de las intenciones de sus promotores y fundadores. En primer lugar, una cooperativa se enreda en la red de intercambios y contratos típicos. Luego descubre que sus rivales comerciales están ofreciendo los mismos productos, pero a precios más bajos. Como cualquier empresa, la cooperativa pretende permanecer y está obligada a competir bajando sus precios para ganar clientes, o no perderlos. Una manera de bajar los precios es crecer en tamaño, con el fin de beneficiarse de las economías de escala. Así, el crecimiento se hace necesario para la cooperativa, es decir, debe “expandirse o morir”. Incluso una cooperativa muy motivada con sus ideales tendría que mal vender sus productos para no ser absorbida por sus competidores, la otra opción es cerrar. Esto significa que tendría que buscar beneficios para poder subsistir a costa de los valores humanos. Los imperativos de la competencia remodelarían gradualmente a la cooperativa hasta convertirla en una empresa de corte capitalista, aunque siga siendo una propiedad colectiva y social. Si bien la cooperación es una parte necesaria de una economía alternativa, las cooperativas por sí mismas son insuficientes para cuestionar al sistema capitalista.
De hecho, Bookchin argumenta que cualquier unidad económica de propiedad privada, si se gestiona de forma cooperativa o por los ejecutivos de la misma, ya sea propiedad de los trabajadores o de sus accionistas, es susceptible de ser asimilada, quieran o no sus miembros. Mientras exista el capitalismo, la competencia siempre requerirá que las empresas busquen menores costes (incluyendo el coste de la mano de obra), buscar más mercados y obtener ventajas sobre sus rivales con el fin de maximizar sus beneficios, puesto que tienden cada vez más a valorar a los seres humanos por su nivel de productividad y consumo, sobre cualquier otro criterio
PROPIEDAD PÚBLICA
Una economía alternativa socializada sería una en la que tendrían que estar restringidas la búsqueda de los beneficios para una élite, o mejor eliminados. Dado que las unidades económicas son incapaces de contener su propia búsqueda de ganancias desde dentro, deben ser sometidas a restricciones desde fuera. Las unidades económicas deberían estar integradas en una comunidad más grande que tiene el poder no sólo para frenar la búsqueda de una empresa con fines de lucro, sino para controlar la vida económica en general. No obstante los imperativos expansionistas del capitalismo siempre tratarán de anular los controles externos.
El Estado-nación expropia la propiedad privada y se convierte en su propietario. La propiedad estatal, sin embargo, ha conducido en numerosas ocasiones a la tiranía, a la mala gestión, y a la corrupción, a todo excepto a una economía cooperativa. El concepto “propiedad pública” implica que la propiedad es de las personas, pero la propiedad estatal no es pública porque el Estado es una estructura de élite dirigida por personas pertenecientes a una élite estatal. La nacionalización de la propiedad no da a la gente el control sobre su vida económica; no hace sino reforzar el poder del Estado con el poder económico. Vemos un ejemplo en el Estado soviético que se hizo cargo de los medios de producción y los utilizó para aumentar su poder, pero dejó las estructuras jerárquicas de autoridad intactas. La mayor parte de la población tenía poco o nada que ver con la toma de decisiones sobre su vida económica.
MUNICIPALISMO
Eso fue precisamente lo que Bookchin propuso como alternativa: una forma de propiedad pública. La economía no es de propiedad privada, ni se rompe en pequeños colectivos ni se nacionaliza, más bien se sitúa a nivel municipal, bajo la propiedad y el control de la comunidad.
La municipalización de la economía significa que la propiedad y la gestión de la economía pasa a ser de los ciudadanos. Las propiedades serían expropiadas a las clases poseedoras a través de asambleas y confederaciones que actúan como un poder dual, en beneficio de todos los ciudadanos. Los ciudadanos se convertirían en los “dueños” colectivos de los recursos económicos de su comunidad.
Los ciudadanos tendrían que formular y aprobar las políticas económicas adecuadas para su comunidad. Ellos tomarían decisiones acerca de la vida económica, independientemente de su ocupación o su lugar de trabajo. Los que trabajaban en una fábrica podría participar en la formulación de políticas no sólo para la fábrica donde trabajan, sino para el resto de las fábricas y de las granjas productivas. Ellos participarían en esta toma de decisiones no como trabajadores, agricultores, técnicos, ingenieros, o profesionales, sino como ciudadanos. Su toma de decisiones sería guiada no por las necesidades de una empresa, profesión u oficio específico, sino por las necesidades de la comunidad en su conjunto.
Las asambleas serían determinarían racional y moralmente cada nivel de necesidad. Ellos distribuirían los medios materiales para la vida con el fin de cumplir con la máxima de los primeros movimientos comunales:, “Cada cual según su capacidad y cada uno según las necesidades.” Y así todos los ciudadanos que forman parte de dicha comunidad tendrán acceso a los medios de vida, independientemente del trabajo que sean capaces de realizar.
Por otra parte, Bookchin describió, como las asambleas ciudadanas se asegurarían que las empresas individuales no compitieran entre sí; en cambio se necesitaría que todas las entidades económicas se adhirieran a los preceptos éticos de cooperación e intercambio.
Sobre las áreas geográficas más amplias, las asambleas tomarían decisiones de política económica a través de sus confederaciones. La riqueza expropiada a las clases poseedoras se redistribuiría no sólo dentro de un municipio, sino entre todos los municipios de la región. Si un municipio tratara de absorber a costa de los demás, sus aliados tendrían el derecho de impedir que lo hiciera.
Como Bookchin explicó, en una economía municipalizada, “la economía deja de ser meramente una economía en el sentido estricto de la palabra, ya sea como “negocio”, “mercado”, “empresas controladas por los trabajadores” y pasa a convertirse en una verdadera economía política”. La economía de la polis o la comuna “se convertiría en una economía moral, guiada por normas racionales y ecológicas”. Una ética de la responsabilidad pública evitaría una adquisición derrochadora, exclusiva, e irresponsable de los bienes, así como la destrucción ecológica y la violación de los derechos humanos. De hecho, la comunidad valoraría a las personas, no por su capacidad de producción y consumo sino por su contribución positiva a la vida comunitaria.
Para más información sobre el municipalismo económico:
Murray Bookchin, “Municipalization: Community Ownership of the Economy,” Green Perspectives 2 (1986)
Murray Bookchin, The Rise of Urbanization and Decline of Citizenship (San Francisco: Sierra Club Books, 1987), pages 260-65. (This book was later republished under the titlesUrbanization Against Cities and Urbanization Without Cities.)
Janet Biehl, The Politics of Social Ecology: Libertarian Municipalism (Montreal: Black Rose Books, 1998), chapter 12.
https://rojavaazadimadrid.wordpress.com/2015/04/20/la-municipalizacion-de-la-economia/

viernes, 18 de marzo de 2016

lunes, 14 de marzo de 2016

NO AL MALTRATO ANIMAL EN SAN FERNANDO DE HENARES


Desde la Asociación EcoSocial Madre Olma, queremos mostrar nuestro más rotundo rechazo por la moción que llevarán al pleno de este Jueves 17 de Marzo el PSOE y España 2000 para el restablecimiento de los espectáculos taurinos en nuestro pueblo; como colectivo ecologista y social de este municipio, no solo nos oponemos a dicha moción, si no que además, llevaremos acabo una campaña contra la tauromaquia (en todas sus formas) junto con el resto de agentes sociales, políticos y sindicales que así lo determinen. Por último y quede por delante que no nos sorprende, el PSOE una vez más enseña su cara más rancia y conservadora.

!NOSOTRXS NO QUEREMOS TAUROMAQUIA Y TAMBIÉN SOMOS PUEBLO!
!POR UN SAN FERNANDO DE HENARES SIN TORTURA ANIMAL!




    

jueves, 10 de marzo de 2016

NUEVO GRUPO DE CONSUMO EN SAN FERNANDO DE HENARES


Desde la Asociación Ecosocial Madre Olma queremos informar de que hemos creado un grupo de consumo ecológico. Nos suministrará una cooperativa de Mejorada que nos traerá los alimentos a San Fernando, trabajando así directamente con productores de la comarca.
Creemos que el Grupo de consumo debe ser entendido también como un lugar de encuentro pedagógico, socializador y de debate. Que no se convierta en un mero supermercado de productos ecológicos sino que genere un tejido social que fortalezca nuestro proyecto político transformador.
Si alguién está interesado en participar en el grupo de consumo que se ponga en contacto con nosotrxs y le explicaremos detalladamente como va a funcionar.

lunes, 7 de marzo de 2016

CONTRA LAS AGRESIONES FASCISTAS

http://www.20minutos.es/noticia/2690417/0/detenido-atacar/jovenes-antifascistas/san-sebastian-reyes/

Agresión neonazi a dos jóvenes antifascistas en San Sebastián de los Reyes

Una persona ha sido detenida por atacar en la madrugada del domingo a dos personas de ideología antifascista en la avenida de la Independencia de San Sebastián de los Reyes, según han informado fuentes policiales. Se ha tomado declaración a las dos víctimas agredidas y se están haciendo gestiones desde la Comisaría de Alcobendas, si bien el asunto se ha traspasado a la Brigada Provincial de Información, han señalado las mismas fuentes. Según han indicado, la agresión fue llevada a cabo por un grupo de extrema derecha y la persona detenida responde al nombre 'Fofi'. Telemadrid informa de que una de las víctimas presenta un corte profundo en la cara y una herida en el abdomen, mientras que la otra tiene cortes en una mano y en la cara. Varios colectivos antifascista de Alcobendas y Sanse denuncian que los supuestos agresores se pasaron la noche "persiguiendo e intentando agredir a más personas" y que perpetraron su ataque al grito de "guarros" y "rojos de mierda". El alcalde de San Sebastián de los Reyes, Narciso Romero, denunció los hechos en 

Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2690417/0/detenido-atacar/jovenes-antifascistas/san-sebastian-reyes/#xtor=AD-15&xts=467263

domingo, 31 de enero de 2016

La izquierda debería abrazar el decrecimiento

http://www.huffingtonpost.es/giorgos-kallis/la-izquierda-deberia-abra_b_8647786.html?utm_hp_ref=spain

El decrecimiento es un ataque frontal a la ideología del crecimiento económico. Algunos lo llaman una crítica, un eslogan o una "palabra obús". Otros hablan de la "teoría de" o de la "literatura sobre" decrecimiento o de las "políticas de decrecimiento ". Muchos se ven a sí mismos como el "movimiento del decrecimiento", o proclaman que viven" de una manera decrecentista". ¿Qué es el decrecimiento y de dónde viene?
Los orígenes del decrecimiento
Intelectualmente, los orígenes del decrecimiento se encuentran en la ecología política francesa y europea de la década de 1970. André Gorz hablaba de de décroissance en 1972, cuestionando la compatibilidad del capitalismo con el equilibrio de la tierra "para la que... el decrecimiento de la producción material es una condición necesaria". A menos que consideremos "igualdad sin crecimiento", argumentaba Gorz, estamos reduciendo el socialismo a nada más que la continuación del capitalismo por otros medios -una extensión de los valores de la clase media, estilos de vida y patrones sociales'.
Demain la décroissance (Mañana, el decrecimiento) fue el título de la traducción en 1979 de una serie de ensayos de Nicholas Georgescu-Roegen, un catedrático rumano emigrado a EEUU y uno de los primeros economistas ecológicos, que argumentaba que el crecimiento económico acelera la entropía. Eran los tiempos de la crisis del petróleo y del Club de Roma. Sin embargo, para los pensadores ecosocialistas franceses, la cuestión de los límites del crecimiento era ante todo una cuestión política. A diferencia de las preocupaciones malthusianas por el agotamiento de recursos, la sobrepoblación y el colapso del sistema, el suyo era un deseo de tirar del freno de emergencia en el tren del capitalismo o, en palabras de Ursula Le Guin, "poner un cerdo en la via única de un futuro que consiste únicamente en el crecimiento".
El eslogan décroissance fue revitalizado en la década de 2000 por los activistas en la ciudad de Lyon en acciones directas contra las megainfraestructuras y la publicidad.Serge Latouche, un profesor de antropología económica y crítico de los programas de desarrollo en África, lo popularizó con sus libros, clamando por el "Fin del desarrollo sostenible" y " viva el decrecimiento convivencial". Para el intelectual francés, Paul Aries, el decrecimiento era una "palabra obús ', un término subversivo que cuestionaba la conveniencia del desarrollo basado en el crecimiento que se daba por sentada. Una red pequeña pero entregada de decrecentistas surgió en torno a la revista mensual La Decroissanse. La palabra quedó registrada en los debates políticos franceses, incluso con un intento fallido de un partido político de decrecimiento.
El decrecimiento hoy
Desde Francia, el nuevo meme se extendió a Italia, España y Grecia. En 2008, justo antes de la crisis española, el activista del decrecimiento catalán Enric Duranexpropió 492.000 euros a treinta y nueve bancos a través de préstamos. Dio el dinero a los movimientos sociales, denunciando el sistema de crédito especulativo de España y el crecimiento ficticio que impulsaba.
En París, en 2008, comenzaron una serie de reuniones internacionales, una mezcla de conferencias científicas con foros sociales, que introdujo el decrecimiento en el mundo de habla inglesa. En septiembre de 2014, tres mil quinientos investigadores, estudiantes y activistas se reunieron en Leipzig en la IV Conferencia Internacional sobre Decrecimiento. Las actividades abarcaron desde paneles sobre crecimiento y cambio climático, críticas gramscianas al capitalismo o la semana laboral de 20 horas, hasta la desobediencia civil frente a una central eléctrica de carbón o cursos sobre cómo hacerse el pan.
Una prolífica investigación publicada en revistas académicas ha reforzado las hipótesis principales del decrecimiento: la imposibilidad de evitar un cambio climático desastroso con un crecimiento económico; límites fundamentales a la hora de desacoplar el uso de recursos del crecimiento; la desconexión entre el crecimiento y la mejora del bienestar en las economías avanzadas; los crecientes costes sociales y psicológicos del crecimiento. Trabajos recientes ponen de relieve el imperativo del crecimiento para el capitalismo (lo que David Harvey llama la más letal de sus contradicciones) y exploran cómo el empleo o la igualdad podrían sostenerse en economías postcapitalistas sin crecimiento.
Las propuestas políticas van desde límites máximos al carbono y moratorias a la extracción hasta la renta básica ciudadana, la reducción de la jornada semana laboral, la recuperación de los bienes comunes y una quita de la deuda, así como una reestructuración radical del sistema fiscal en base a la producción de CO2 en lugar del impuesto sobre la renta, y topes salariales e impuestos al capital. Al exigir esas imposibles "reformas no reformistas", como André Gorz las llamó, se aboga por la transformación sistémica (como ha señalado Slavoj Zizek, tales reformas socialdemócratas son revolucionarias en una era en que el capitalismo ya no puede darles cabida).
Políticamente, hay un claro consenso en que un cambio de sistema es necesario, y que esto requiere un movimiento de movimientos, o bien una alianza de los desposeídos, incluyendo una coalición de los movimientos globales de justicia social y ambiental. El decrecimiento es incompatible con el capitalismo, pero rechaza también la ilusión del denominado "crecimiento socialista" por el cual una economía racional, centralmente planificada, traería de algún modo mágico los avances tecnológicos que permitirían un crecimiento razonable sin afectar a las condiciones ecológicas. Los decrecentistas discrepan de los socialistas en que a estos les resulta fácil imaginar el fin del mundo o el fin del capitalismo pero, por alguna razón inexplicable, no el fin del crecimiento.
Para otros, decrecimiento significa, principalmente, otra forma de vida (politizada). Nuestro foro sobre decrecimiento de tres días en Atenas, a principios de este año, contó con la presencia de cientos de participantes, no sólo académicos, activistas ambientales y de los derechos humanos o miembros de Syriza, los Verdes y la izquierda antiautoritaria, sino también neorurales y agricultores orgánicos y muchos de los soldados de base de la economía solidaria. En Barcelona, ​​el decrecimiento se visualiza en proyectos como Can Masdeu, con su red de huertos urbanos en el barrio obrero de Nou Barris y una historia de activismo por el derecho a la vivienda; o laCooperativa Integral Catalana, una cooperativa con seiscientos socios y dos mil participantes, una red de productores independientes y consumidores de alimentos orgánicos y productos artesanales, residentes de ecocomunas, empresas cooperativas y redes regionales de intercambio que emiten sus propias monedas.
François Schneider, promotor de las conferencias internacionales y fundador deResearch & Degrowth en París (ahora también en Barcelona), encarna la hibridez del decrecimiento: un doctor en ecología industrial, caminó durante un año con un burro por Francia explicando las ideas del decrecimiento a los transeúntes que, desconcertados, lo detenían para escucharlo. Ahora vive en Can Decreix, una casa neo-rural dentro de la ciudad de Cerbere en la frontera franco-catalana, un centro de experimentación y de educación en la vida frugal.
Algunos hablan de un movimiento de base del decrecimiento, pero los asistentes a las conferencias no somos un grupo cohesionado de personas con una agenda compartida o un objetivo unificado, ni hemos llegado todavía al tamaño de un movimiento. A diferencia del movimiento antiglobalización, no hay ningún edificio de la OMC para asaltar o un tratado de libre comercio que detener. El decrecimiento ofrece un eslogan que moviliza, reúne y da sentido a una amplia gama de personas y movimientos sin ser su único o principal horizonte. Es una red de ideas, un vocabulario, como lo llamábamos en un libro reciente, que cada vez más gente siente que trata de sus preocupaciones.
La izquierda tiene que abrazar el decrecimiento
Una izquierda nueva tiene que ser una izquierda ecológica o no será izquierda en absoluto. Naomi Klein argumentaba que el cambio ambiental "lo cambia todo", también para la izquierda. El capitalismo requiere la expansión constante, una expansión basada en la explotación de los seres humanos y no humanos, que daña irreversiblemente el clima. Una economía no capitalista tendrá que poder sostenerse a la vez que se reduce su tamaño. Pero ¿cómo podemos redistribuir o asegurar un trabajo con sentido sin crecimiento? Todavía no existe una ciencia de'economía del decrecimiento concreta. Lamentablemente, el keynesianismo es la herramienta más poderosa que tiene la izquierda, incluso la izquierda marxista, para hacer frente a los problemas de la política. Pero se trata de una teoría de la década de 1930, cuando la expansión ilimitada todavía era posible y deseable.
Sin la existencia de la marea del crecimiento que levante todos los barcos, es el momento de repensar qué barco consigue qué. La respuesta de la izquierda al dilemar>g de Piketty no debe ser "aumentaremos g ' (g es la tasa de crecimiento). Después de todo, la izquierda siempre quería que fuera r, que la acumulación de capital decreciera. El mismo Piketty, apenas ecologista, no cree en la posibilidad de una mayor tasa de crecimiento. La redistribución va a ser la cuestión central en un siglo XXI sin crecimiento.
La izquierda tiene que liberarse del imaginario del crecimiento. El crecimiento perpetuo es una idea absurda (consideren el absurdo de lo siguiente: si los egipcios hubiesen comenzado con un metro cúbico de material y crecieran un 4,5% anual, al final de sus 3.000 años de civilización, habrían ocupado 2.500 millones de sistemas solares). Incluso si pudiéramos sustituir el crecimiento capitalista por un crecimiento socialista más bueno, más angelical, ¿por qué querríamos ocupar 2.500 millones de sistemas solares?
El crecimiento es una idea que forma parte esencial del capitalismo. Es el nombre que el sistema dio al sueño que estaba produciendo, el sueño de la abundancia material. El PIB se inventó para contar la producción de guerra y se convirtió en un indicador, midiendo y confirmando objetivamente el éxito de EEUU en la guerra fría. El crecimiento es lo que el capitalismo, necesita, conoce y hace. Las políticas de izquierda nunca consistieron en aumentos cuantitativos del valor de cambio en abstracto. Consistían en punto específicos, en valores concretos de uso: el empleo, un salario digno, unas condiciones dignas de vida, un medio ambiente sano, la educación, la salud pública o agua potable para todos. Todos ellos requerían recursos; pero no hay ninguna razón por la que necesitasen una expansión perpetua de recursos del 3% anual.
Y he aquí una afirmación más rotunda: las cosas que a la izquierda le gustaría vercrecer no traerían consigo un crecimiento agregado (a menos que redefiniéramos totalmente lo que medimos como actividad económica, pero esto es un juego de palabras). Extender la riqueza equitativamente a más manos y más mentes de lo que sería necesario, dejando espacios y personas ociosas, dedicando tiempo para cuidar unos de los otros: todo eso son impuestos a la productividad y al crecimiento. Siendo menos productivos podríamos crear más trabajo e incluso vivir mejor. Si fuésemosmenos productivos en sectores con valor social, como la salud pública, con más trabajadores (doctores y cuidadores), viviríamos mejor. Pero la industrialización despegó a base de concentrar los excedentes en manos de unos pocos (capitalistas o estados), reinvirtiendo los beneficios para un mayor crecimiento, no para extender la riqueza a todo el mundo o dejar los pastos y los combustibles fósiles inactivos.
Esto puede ser demasiado difícil de tragar. Después de todo, muchos de nosotros a menudo abogamos por la igualdad, la democracia, el pleno empleo, un salario mínimo, la educación o las energías renovables (lo que se quiera) en nombre del crecimiento. Creemos que una alternativa al sistema capitalista que sólo tiene ojos para los beneficios será más racional y lo hará más y mejor de lo que el capitalismo lo hace. Esto es un error político: como afirma Slavoj Zizek, la izquierda no puede limitarse a nuevas formas de realizar los mismos sueños; tiene que cambiar los sueños en sí mismos. Tampoco creo que la idea de volver a la época gloriosa de socialdemocracia europea sea más factible. La gloriosa (sic) era de reconstrucción y recuperación de la postguerra ha terminado. Y no olvidemos que esa también fue posible gracias a la explotación colonial del resto del mundo. Hay pocos indicios de que el keynesianismo impulsado por la deuda, marrón o verde, capitalista o socialista, pueda revivir. Esto es independiente del hecho de que la austeridad neoliberal sea desastrosa. ¡Sí a la redistribución, la democracia y la igualdad, pero no en nombre del crecimiento!
El decrecimiento revive el espíritu de la "austeridad revolucionaria" de Enrico Berlinguer, una austeridad nacida de la solidaridad. El petróleo que alimenta nuestros coches, calienta nuestros hogares o incluso gestiona nuestros hospitales y escuelas, es el mismo que destruye los medios de vida y los bosques en la Amazonía peruana o Nigeria. El papa nos lo recuerda. La razón para llevar una vida "sobria", como lo llamaba Berlinguer anteriormente y el papa ahora es porque nuestras acciones aquíafectan a las personas y los ecosistemas allá, no porque la máquina capitalista se esté quedando sin materias primas (preocupación malthusiana), o porque, como dicen los neoliberales, vivamos por encima de nuestras posibilidades (algo en lo que se refieren al 99% que utilizamos los servicios del Estado del bienestar, no a ellos, el 1% que viven de su capital).
Desde la perspectiva del decrecimiento, la cuestión no es que el Norte Globalconsuma más de lo que produce (o produzca más de lo que consume, como dicen los keynesianos). La cuestión es que produce y consume más de lo necesario, a expensas del Sur Global (también del propio Sur dentro de los países del Norte), de otros seres y de las generaciones futuras. Producir y consumir menos reduciría el daño infligido a los demás. Es una cuestión de justicia social y ambiental: "reducir y redistribuir desde el 1% global (y en menor medida el 10%, lo que incluye a las clases medias de Europa y América) al resto. Estas invocaciones a la sobria sencillez y a la abundancia frugal pueden parecerse a la idea común latente de la buena vida, presente en muchas culturas de Oriente y Occidente. Pueden recuperar de las garras de los defensores de la austeridad la crítica sensata al "exceso", que hipócritamente utilizan para justificar sus políticas regresivas.
Posibilidades políticas
El decrecimiento es una palabra clave que circula, sobre todo, entre activistas. En Grecia y en España, lugares que conozco mejor, resuena entre los cooperativistas y los ecocomunalistas, incluyendo a miembros de las bases juveniles de partidos como Syriza, Podemos o CUP. El decrecimiento fue una palabra presente, aunque no dominante, en el movimiento de los indignados y en las economías solidarias. Entre los Verdes se despertó una antigua división, anterior al "desarrollo sostenible", entre los radicales " fundis" y los pragmáticos "realos" que apostaron por el crecimiento verde. Existen signos de la re-radicalización de los Verdes europeos: Equo en España, con representación en el Parlamento Europeo, ha respaldado explícitamente una agenda post-crecimiento (su eurodiputado Florent Marcellesi ha hablado en favor del decrecimiento). La campaña nacional de los Verdes del Reino Unido también tenia el espíritu 'post' o 'de'-crecentista , aunque no el nombre.
Los llamamientos explícitos al decrecimiento son un suicidio electoral en un entorno dominado por los medios de comunicación corporativos. Es necesario más trabajo de base para hacer que el decrecimiento sea un pensamiento común generalizado. Por ahora, cuanto más cerca del poder llegue un partido radical, más probable es que se desvincule de cualquier asociación con el decrecimiento. Pablo Iglesias firmó el manifiesto decrecentista Ultima llamada, pero, como The Economist señaló acertadamente, cuando Podemos maduró, dejó atrás las ideas más extravagantes como el "decrecimiento" y "anticapitalismo".
Los paralelismos con la nueva izquierda de latinoamérica son obvios. Correa o Morales fueron elegidos con el apoyo de los movimientos ecologistas indígenas con filosofías similares al decrecimiento. Una vez en el poder, la realpolitik y las políticas redistributivas basadas en el crecimiento que se dictaron fueron complacientes con el gran capital y con el crecimiento alimentado por el extractivismo.
Uno esperaría que, al menos, los nuevos partidos de izquierda en Europa se abstuvieran de hacer del crecimiento su objetivo central. Pero sin duda, las crisis ha reafirmado el imaginario del crecimiento, esta vez como un objetivo progresista. Un activista de Podemos en Cataluña me comentaba que "en la crisis actual sólo podemos hablar de crecimiento". Esto no es totalmente cierto. Se necesita coraje e imaginación, pero no es imposible. Barcelona en Comú ganó las elecciones de la ciudad sin mencionar el crecimiento ni una sola vez en su programa. Esto puede tener que ver con el arraigo del decrecimiento y las ideas asociadas en la sociedad civil de Barcelona y el florecimiento de la economía solidaria alternativa en la ciudad. Muchos de mis amigos y colegas trabajaron en el programa del partido, cuyos compromisos son la renta ciudadana, los impuestos verdes, la reivindicación de espacios verdes, una cooperativa energética municipal, un menor uso de recursos y menos residuos o la vivienda social. Unas de las primeras decisiones de la nueva alcaldesa, Ada Colau, ha sido la moratoria sobre nuevos hoteles y el fin de la candidatura para la organización de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026. Santi Vila, consejero de Medio Ambiente de la Generalitat de Catalunya y joven aspirante conservador, la acusó de liderar un partido del decrecimiento (omitiendo, sin embargo, que unos meses atrás y tratando de estar al tanto de las últimas tendencias internacionales en los debates del cambio climático, él también había hablado favorablemente del decrecimiento en el Parlamento).
El Programa económico de Podemos fue elaborado por dos economistas socialistas (Vicenç Navarro y Juan Torres) que han escrito con frecuencia artículos de opinión contra el decrecimiento. Afortunadamente, el programa evita referencias claras en favor del crecimiento. ¿Podría esta señal dar margen para un keynesianismo sin crecimiento? Sostengo que sí. Se pueden imaginar políticas fiscales y tributarias que dirijan los recursos en favor de las clases trabajadoras y hacia lo verde, el cuidado o actividades alternativas que estimulen un consumo de baja intensidad para los necesitados, dentro de un patrón general de contracción económica. Apenas una visión keynesiana, pero quizás apta para economías secularmente estancadas.
A diferencia de un municipio que, por supuesto, tiene responsabilidades fiscales limitadas, una nación sin crecimiento puede tener problemas para financiar los servicios de bienestar, al menos en principio. Sin embargo, no veo ninguna buena razón para que los costes en salud o educación tengan que crecer al 2 o 3% anual (la tasa del supuesto crecimiento necesario). Hay un inmenso margen para el ahorro mediante la reversión de externalizaciones y costosas adquisiciones, la prohibición de los megaproyectos, o la descentralización de los servicios, como la salud preventiva o el cuidado de los niños, compartiéndolos a través de redes de solidaridad. Países más pobres como Cuba o Costa Rica disponen de sistemas de salud pública universal y de educación excelentes. Impuestos más altos sobre el capital también pueden compensar la pérdida de ingresos del decrecimiento. El bienestar sin crecimiento es teóricamente posible, pero ningún partido de Izquierdas se ha atrevido a pensar en lo que se necesitaría para ponerlo en práctica.
El punto más importante es la deuda. Sin crecimiento, la deuda , como porcentaje del PIB, aumenta. Los intereses de los préstamos se disparan a medida que disminuye la probabilidad de pagarlos. Esto sí que hace menos plausible un keynesianismo decrecentista. Sin crecimiento, tarde o temprano la deuda pública tiene que ser reestructurada o eliminada, ya sea por decreto o por la inflación. Existen precedentes históricos de ello, como el de Alemania después de la guerra o el de Polonia después del fin del comunismo. Pero una vez hecho, no se puede repetir. Sin nueva deuda, el margen para la expansión fiscal es limitado.
La urgencia de la cuestión de la deuda pública puede explicar las diferencias entre España y Grecia. El ascenso de Syriza inicialmente alimentó las esperanzas de que "otro mundo" era posible: la base del partido, especialmente los jóvenes, estaba formada por cooperativistas verdes que, con un espíritu semejante al decrecimiento, apostaban por lo que podría llamarse la economía solidaria, aun sin estar del todo definida. Sin embargo, todos los líderes del partido se posicionaron, sin reservas, a favor del crecimiento, enmarcándolo como la alternativa a la austeridad. En las negociaciones con el Eurogrupo se produjo un breve intento de avanzar en la propuesta de Joseph Stiglitz hacia una "cláusula de crecimiento": Grecia vincularía el pago de la deuda al crecimiento. Estas demandas fueron consideradas por el Eurogrupo como "ultra-radicales"; claro que hablar de una economía solidaria sin crecimiento se hubiese considerado aún más estrafalario.
Algunos comentaristas extranjeros soñaban que un 'No' de Grecia a la Troika y una salida del euro abriría el camino hacia una transición decrecentista y una economía solidaria. Sin embargo, no hay ninguna fuerza política en Grecia que defienda esta posición. La izquierda pro-dracma de Syriza, ahora un partido separado llamado Unidad Popular, es ardientemente productivista. Su líder tiene un historial medioambiental sombrío como ministro de Energía, que incluye planes para una nueva producción interna de carbón y subvenciones a los combustibles fósiles para las industrias. A pesar de una expansión fenomenal y los logros importantes de la economía solidaria en Grecia, esta sigue siendo un movimiento social marginal (mucho menor que en España), y sus redes son insuficientes para satisfacer las necesidades de la población en caso de un período de transición. Es poco probable que pueda haber una contracción económica suave, sin problemas, fuera del euro. Fue precisamente el temor a una subida incontrolable a los precios de los alimentos importados o a la escasez de medicamentos y el caos económico en el período de transición, lo que asustó a Alexis Tsipras y lo llevó a firmar el nuevo memorándum. Países como Japón, con independencia fiscal y monetaria y con capacidad para emitir y financiar la deuda en su propia moneda están en mejor posición para sostener el empleo y el bienestar sin crecimiento (Japón no ha experimentado crecimiento en más de diez años, una década perdida sólo ante los ojos de los economistas). Pero, por supuesto, un capitalismo sin crecimiento es inconcebible, y Japón intenta, tan arduamente como puede, relanzar el crecimiento (con poco éxito hasta la fecha).
La imposibilidad de imaginar una fuerza política llegando al poder con una agenda de decrecimiento hace que algunos decrecentistas argumenten que el cambio sólo podrá venir desde la base y no desde el Estado, sino a a través de un camino mediante el cual los ciudadanos se auto-organicen, a medida que la economía se estanque y la falta de crecimiento nos lleve a la crisis. Estoy de acuerdo con que es poco probable que se lleve a cabo una transición política voluntaria hacia el decrecimiento y con el nombre de decrecimiento. Más bien, si ocurre, será un proceso de adaptación al estancamiento real de la economía. No veo, sin embargo, la forma en que esto pueda suceder sin implicación también el Estado, con un refuerzo mutuo entre la sociedad civil y la política, las prácticas de los movimientos de base y con nuevas instituciones.
Ningún partido de izquierdas cercano al poder se atrevería a cuestionar abiertamente el crecimiento, pero me resulta difícil ver cómo, a largo plazo, voluntariamente o no, la izquierda europea (que, a diferencia de su contraparte latinoamericana, no puede apostar por una burbuja de materias primas) puede evitar pensar en cómo se puede gestionar un país sin crecimiento. El crecimiento no sólo es ecológicamente insostenible, sino, como los economistas admiten abiertamente (de Piketty a Larry Summers) cada vez es más improbable en las economías avanzadas.
El capitalismo sin crecimiento es salvaje. El decrecimiento no es ni una teoría clara, ni un plan ni un movimiento político. Pero es una hipótesis a la que ha llegado su hora y a la que la izquierda ya no puede permitirse el lujo de obviar.
Este artículo fue publicado originalmente en la revista New Internationalist y ha sido traducido del inglés por Neus Casajuana Filella
Giorgos Kallis es co-editor del libro Decrecimiento: Vocabulario para una nueva era.